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“....the Illuminating Gas”

Neón, luces y sonidos: el arte según Cerith Wyn Evans

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Published: 27 feb. 2020
Cerith Wyn Evans nació en Galles en 1958, pero vive y trabaja entre Londres y Norwich. Estudió en la Central Saint Martins School of Art y el Royal College of Art de Londres, siendo discípulo de los artistas John Stezaker y Peter Gidal. Su carrera se inició en los años 80, con la realización de cortometrajes experimentales.

A partir de los años 90, abandona la carrera de cineasta para dedicarse a la realización de esculturas, instalaciones, fotografías e intervenciones en un contexto local o performativas, en las que salta a la vista inmediatamente su voluntad de crear obras metafóricas que el espectador debe interpretar.
“....the Illuminating Gas”

EXIT, Cerith Wyn Evans, 1994

Su investigación se caracteriza por el uso de la luz y el sonido, dos elementos efímeros que, juntos, dan vida a obras en las que la dimensión temporal y el concepto de duración del disfrute de la obra son aspectos fundamentales. Con frecuencia, sus obras son auténticos procesos de transformación. A partir de un complejo trasfondo de citaciones y referencias culturales que van de la literatura a la música, la filosofía, la fotografía, la poesía, la historia del arte, la astronomía y la ciencia en general, Wyn Evans narra los siglos XX y XXI como un sistema complejo que debemos descifrar. Las formas que inventa son inéditas y esto es posible gracias a la transformación de material textual en lenguaje luminoso.

Los directores Roberta Tenconi y Vicente Todolí narran la exposición

En el mundo creado por Evans, la luz dialoga con la oscuridad, con los sonidos y con el espacio circundante.
Acaba de finalizar en el Pirelli HangarBicocca de Milán la exposición “....the Illuminating Gas”. No se trata de una retrospectiva, sino de una exposición inmersiva para narrar los elementos clave del estudio de Wyn Evans: la luz. Dirigida por Roberta Tenconi y Vicente Todolí, la exposición se concentró en los trabajos realizados entre 2015 y 2019. Veinticuatro obras, entre esculturas, complejas instalaciones monumentales y nuevas producciones, ocuparon los más de 5000 m 2 de las Navate y del Cubo del Pirelli HangarBicocca: un gran espacio, cargado de fuerte magnetismo. En este artículo sobre Artribune, Wyn Evans afirma que cuando vio por primera vez el espacio vacío pensó: «¿Y ahora qué voy a hacer? Me sentí como esos pequeños animalitos marinos que, en el fondo del mar, están obligados a abandonar su concha para buscar una más grande. Tuve que dejar de lado algunas producciones para moverme hacia otras. Tuve que adentrarme en este grandilocuente espacio, que para mí es algo así como una catedral sin fe. Es un templo de una religión olvidada. [...] Cuando nos enfrentamos a tal cantidad de magnificencia ocurre siempre lo mismo. Me impresionan constantemente las proporciones, las escalas de estos trabajos, instalados en HangarBicocca. Creo que nunca lograré acostumbrarme a ello».

Un lento y constante pulsar de siete columnas luminosas de veinte metros de alto que actúa como contrapunto del silbido emitido por treinta y seis cañas de cristal; una serie de esculturas de neón que dialogan con una maraña kilométrica de rectas y curvas luminosas; la traducción de los movimientos del teatro japonés Noh a un lenguaje luminoso: en el mundo creado por Evans, la luz dialoga con la oscuridad, con los sonidos y con el espacio circundante y evoca la naturaleza descrita por Baudelaire en Correspondencias, cargada de indicios secretos entre un elemento y otro, una foresta de símbolos en la que el protagonista no es el poeta sino el visitante, quien se sumerge en una experiencia sinestésica inolvidable.