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Lighthinking

“Necesitamos un debate político sobre la luz”

Entrevista con Don Slater (LSE), director del programa de investigación Configuring Light/Staging the Social

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Published: 22 mar. 2019
Existen muchas maneras en las que la luz orienta nuestros comportamientos en la ciudad, influyendo en nuestros movimientos y nuestra percepción, y en la mayoría de los casos ni siquiera nos damos cuenta. Don Slater, sociólogo de la London School of Economics, estudia la relación entre la iluminación de los espacios urbanos y los comportamientos sociales. Junto con Joanne Entwistle y Elettra Bordonaro, dirige el programa de investigación Configuring Light/Staging the Social que desde hace años trabaja con comunidades urbanas en todo el mundo, para fomentar la toma de conciencia necesaria para comprender, criticar y reimaginar la iluminación que nos rodea. El equipo colaboró con iGuzzini durante Social Lightscapes, un ciclo de talleres desarrollado en seis países cuyo objetivo era explorar la función del diseño luminotécnico en relación con la vida de cada individuo y de las comunidades. El profesor Slater no se ocupa solamente de las áreas deprimidas o “difíciles”, si bien es verdad que la calidad de la luz con frecuencia es más deficiente en los barrios ya problemáticos. La iluminación es un elemento fundamental en uno de los temas sociales más importantes de nuestros días: la desigualdad.
“Necesitamos un debate político sobre la luz”

Imagen tomada durante los Social Lightscapes Workshops en Acland Burghley (Reino Unido).

¿La desigualdad en la iluminación de los espacios públicos refleja la desigualdad económica?
Depende de muchos factores. Naturalmente, el dinero incide siempre en la iluminación y, además de ser un indicador de desigualdad, puede crear diferencias o reproducirlas. Por ejemplo, con frecuencia la vivienda pública se afronta como un contexto peligroso que es necesario vigilar e iluminar como si fuera el patio de una cárcel. De este modo, la situación de un espacio ya marginado empeora. Por el contrario, en los barrios centrales o residenciales de la clase media, esperamos encontrar la atmósfera justa y personas “civiles” que no creen problemas, por lo que la iluminación se diseña en consecuencia.

Para los diseñadores de espacios públicos, ¿no debería ser una de las prioridades la iluminación correcta?
Por lo general, la iluminación suele ser uno de los últimos elementos de la lista de prioridades. En muchos casos, los responsables de los proyectos no saben casi nada sobre iluminación, no sienten ningún interés por ella y, en el mejor de los casos, la ven como una cuestión puramente técnica y funcional.
“Necesitamos un debate político sobre la luz”

Don Slater, Profesor Asociado (Lector) de Sociología en la LSE

¿Es por esto por lo que la iluminación se diseña mal en algunos espacios?
Las razones son muchas y el origen suele ser que las autoridades públicas no tienen en cuenta los problemas relacionados con la iluminación ni los comprenden. Con frecuencia se contentan con seguir los protocolos y respetar las leyes. En este campo existen muchas formas de ignorancia, por ejemplo, el legislador que no piensa en la iluminación o que no dispone del presupuesto suficiente para tenerla en cuenta y el residente que no sabe nada de la luz, salvo decir que “hay mucha” o “hay poca”. Es curioso, porque la luz nos rodea constantemente y, aun así, las personas no saben nada de ella. Hacerles razonar y lograr un léxico que les permita hablar de ella es un proceso muy largo. En nuestro grupo de trabajo nos solemos preguntar cuáles son las bases que nos permitirán convertir la luz en un tema político.

¿En qué sentido tema político?
En el campo de las tecnologías es fundamental abrir espacios de debate en los que las personas puedan localizar los problemas y discutir sobre ellos. Lo hacemos con los OGM, con el tráfico de órganos, con una amplia gama de sustancias, materiales y tecnologías. La luz es muy importante como material y como tecnología y, aun así, no ha generado el nivel de controversia que se podría esperar. Además, hacer política sobre la iluminación significa intentar convencer a los responsables políticos a respetar los lugares y a ampliar el conocimiento antes de diseñar la iluminación.
“Necesitamos un debate político sobre la luz”

Imagen tomada durante los Social Lightscapes Workshops en Muscat (Omán).

Es curioso, porque la luz nos rodea constantemente y, aun así, las personas no saben nada de ella.
¿Por ejemplo?
Llevé a cabo un estudio en el sur de la India, en Kerala, en un asentamiento informal muy pobre. Entrevisté a un administrador de la ciudad y me mostró con orgullo el protocolo de iluminación que se aplicaría para realizar un plan de “iluminación inteligente” en la zona. Le pregunté dónde había encontrado el protocolo y me contestó que provenía de Delhi. Entonces, le pregunté cómo había llegado a Delhi y descubrí que se lo habían enviado desde Suiza. Analizando el protocolo, nos dimos cuenta que no tenía nada que ver con el espacio en el que teníamos que trabajar, por ejemplo, preveía un tipo de calles que en el asentamiento no existía y un tipo de vehículos que no habría podido circular por ellas de ningún modo.
“Necesitamos un debate político sobre la luz”

Imagen tomada durante los Social Lightscapes Workshops en París (Francia).

En Londres, el Greater London Council publicó un plan de desarrollo urbano que llega hasta 2030 y la comunidad de personas sensibles al tema de la iluminación está furiosa, porque en las 500 páginas del plan el tema de la luz aparece citado solo seis veces, tres de ellas con referencia al horario en que se apagarán las luces de los parques y los campos de fútbol. Pensamos: “¿No deberían las autoridades interesarse un poco más por la configuración que el espacio público adquiere durante la mitad del día?” Surgió un debate público que, me parece, sigue aumentando.

¿Cómo se puede implicar a las personas en el diseño de los espacios?
La investigación social necesita que se entreviste a las personas, posiblemente in situ, caminando con ellos por las calles para ver cómo se comportan y pidiéndoles que te cuenten historias sobre su modo de relacionarse con la iluminación. A veces hablamos de la luz solo al final y el resto del tiempo conversamos sobre cómo se sienten cuando recorren una determinada calle y cómo y cuándo lo hacen, si lo hacen. También recogemos una gran cantidad de documentación fotográfica de las zonas en distintos momentos del día y frecuentamos los espacios para observar, hacernos una idea de los tipos de personas que los usan e intentar descubrir quién no lo hace. En muchos casos, este último dato es el más importante que debemos entender.