Una película inolvidable no es fruto solo de las elecciones del director, el guion y la habilidad como actores de sus protagonistas. También la luz contribuye a reforzar, encuadre tras encuadre, el impacto de las imágenes en los espectadores. Entre las candidatas a la 92ª edición de los Óscar en la categoría Mejor Película, hemos elegido cuatro en las que el uso de la luz, ya sea en una escena específica o en el desarrollo narrativo de la película, juega un papel significativo (del uso de la luz en
Joker y Dolor y Gloria ya hablamos
aquí y
aquí respectivamente).
Atención: el artículo contiene spoiler.
1.
La muerte de Beth March en Mujercitas de Greta Gerwig
Greta Gerwig eligió narrar la historia de las cuatro protagonistas de
Mujercitas mostrando los acontecimientos mediante la alternancia de dos planos temporales distintos: la infancia de las hermanas March (adaptada del primer libro de L. M. Alcott,
Mujercitas), se alterna con el presente de su primera edad adulta (adaptada del segundo libro
Aquellas mujercitas).
Hay un momento significativo (que con gran probabilidad le robó al menos una lágrima a gran parte del público presente en la sala) en el que se alternan dos escenas pertenecientes, como ya hemos dicho, a dos planos temporales distintos. En la primera, Beth está en la cama con escarlatina y Jo pasa la noche junto a su cama. Cuando Jo se despierta por la mañana y ve la cama vacía, baja las escaleras corriendo y encuentra a su hermana sentada en la mesa de la cocina con su madre, de buen humor y en mejores condiciones de salud. Es un día luminoso que se opone a la escena gemela, sumergida en una luz mucho más sombría. Una mañana, algunos años después, Beth tiene una recaída. Jo baja las escaleras y su madre le cuenta que su hermana ha muerto.
También la luz contribuye a reforzar,
encuadre tras encuadre, el impacto de las imágenes en los espectadores.
2. La escena final de El Irlandés de Martin Scorsese
Tras una larga carrera en el crimen organizado junto con el amigo Russell Bufalino, Frank Sheeran espera el fin de sus días sentado en una silla de ruedas en una residencia de ancianos. En los últimos minutos de la película, Sheeran recibe la visita de su enfermera. Inmediatamente después, la cámara sigue a la mujer fuera de la habitación a lo largo del pasillo de la estructura. A este movimiento, le sigue uno idéntico en sentido contrario. El encuadre recorre el pasillo para regresar a la habitación. La luz cambia del día a la noche y en la oscuridad, iluminada por un par de lámparas, Frank Sheeran se confiesa con un sacerdote. En este cambio repentino de la luz a la oscuridad, Martin Scorsese resume de manera sintética y directa la vida que pasa y da a entender al espectador que la muerte del protagonista es inminente.
La escena final de la película
3.Riqueza y pobreza en Parásitos de Bong Joon-ho
En Parásitos la luz y las sombras definen una simbología evidente. En el sótano bunker del chalet de la familia Park, el espacio donde tiene lugar la lucha de clases núcleo central de la película, vive Geun-sae, el marido de Moon-gwang, el ama de llaves de la casa. Como todo sótano que se precie, está a oscuras y en mal estado. El chalet, por el contrario, construido por el famoso arquitecto Namgoong Hyeonja (ni el arquitecto ni la casa existen realmente) tiene unas cristaleras inmensas con vistas a un espléndido jardín florido. Es como si incluso la luz perteneciese al lujo y a la pobreza solo le quedara la oscuridad que excluye cualquier forma y posibilidad de belleza. También la casa de la familia Kim, quien intenta una escalada social construida a fuerza de subterfugios y engaños, es lo opuesto al chalet de los Park, que domina la ciudad desde una colina, en un barrio rico y ordenado. Por el contrario, los Kim viven en un barrio popular situado en la parte baja de la ciudad (casi en un sótano urbano), abarrotado, caótico y sucio. Su casa está situada por debajo del nivel de la calzada y desde las ventanas, si es que así pueden llamarse, se puede ver un callejón degradado que los borrachos usan como váter público. Nuevamente, los pobres no pueden alcanzar la luz prometedora de belleza y bienestar.
La escena de la discusión
4.
La feroz discusión de Historia de un matrimonio de Noah Baumbach
Historia de un matrimonio es la historia de un divorcio. A lo largo de la película, la tensión entre Nicole y Charlie aumenta lentamente pero de forma constante, hasta explotar en una escena que podría entrar a formar parte de la historia del cine. En el apartamento de Charlie –de alquiler en Los Ángeles tras la mudanza de Nueva York a su ciudad natal de su (casi) exmujer– explota entre ambos una discusión feroz. Al contrario que la casa de Brooklyn -cálida, acogedora, llena de muebles, libros y objetos, y sumergida en una luz íntima y protectora-, el pequeño apartamento está decorado de manera anónima, las paredes son blancas y están desnudas y una luz muy clara inunda el espacio. La luz californiana, que normalmente suele estar asociada a un imaginario cálido y agradable, se transforma en una luz aséptica, gélida y despiadada que desvela la miseria y las pequeñas grandes tragedias de la vida humana. Esto contribuye a crear un efecto alienante. Mientras asistimos a la discusión conteniendo la respiración, sentimos la opresión de la claustrofobia que provoca la habitación. El drama del momento se acentúa con la alternancia de las amplias tomas del espacio con los primeros planos de los rostros de los dos protagonistas, desfigurados por la rabia y el llanto. Baumbach nos cuenta la dirección de la escena en este video para
Variety.
La escena de la discusión