Seis citas y un documental muy sugestivo de cómo se hizo que nos descubren la
vida de los animales tras el anochecer: La tierra de noche (Night On Earth) es la
serie documental de Netflix realizada por Plimsoll Productions y creada por Bill
Markham que explora por primera vez numerosos ecosistemas nocturnos,
gracias al uso de cámaras ultrasensibles capaces de amplificar la luz de la luna y
termocámaras que detectan el calor en lugar de la luz, para poder localizar en la
oscuridad más absoluta cualquier forma de vida con sangre caliente.
El anticipo del documental
Cuando los seres humanos duermen, muchas otras especies se despiertan. La vida nocturna de la fauna selvática era bastante desconocida e inaccesible a nuestros ojos. Hasta este momento los naturalistas, biólogos e investigadores solo han podido intuir los comportamientos de los animales al ponerse el sol. Como nos explica la bióloga Femke Broekhuis en el episodio extra en el que se cuenta cómo se hizo La tierra de noche – Un salto a la oscuridad (siempre en Netflix), quien dirige el Mara Cheetah Project de la reserva Masai Mara de Kenya y desde hace diez años estudia y monitoriza el comportamiento de los guepardos, hasta este momento solo había podido deducir la actividad nocturna de estos felinos monitorizando los movimientos trazados por los collares GPS que llevan puestos. Participando en las grabaciones pudo, finalmente, constatarlo con sus propios ojos.
Realizar La tierra de noche fue una experiencia única para todo el equipo y los investigadores implicados en el proyecto. Para estos últimos, acompañar al equipo de Bill Markham se convirtió en una etapa muy interesante en el desarrollo de sus estudios.
Alexander Dzib, por ejemplo, quien estudia la colonia de flamencos que anidan en una laguna protegida de Yucatán, en Un salto a la oscuridad nos explica que, gracias al dron utilizado durante las grabaciones del área desde arriba, fue posible contar el número de ejemplares y descubrir que la población rosa estaba aumentando. Esto nos hace pensar que, si las cámaras y termocámaras utilizadas para las grabaciones pudieran ser empleadas también por los investigadores, sería posible mapear a 360º el comportamiento de las especies observadas, contribuyendo a proteger mejor los ecosistemas.
Flamencos del área protegida de Yucatán
Realizar La tierra de noche fue una experiencia única para todo el equipo y los investigadores implicados en el proyecto. Para estos últimos, acompañar al equipo de Bill Markham se convirtió en una etapa muy interesante en el desarrollo de sus estudios.
El documental también nos desvela otro aspecto interesante, el cambio de los ecosistemas por efecto de la presencia del hombre. Un ejemplo puede ser la historia de cómo está cambiando el comportamiento de los macacos de Giava desde que colonizaron la ciudad de Lopburi en Tailandia, transformándola en una jungla urbana: millones de ejemplares viven en la ciudad y conviven de manera más o menos pacífica con la población. Al llegar la noche los macacos deberían irse a dormir, pero como la ciudad sigue estando iluminada la ausencia de oscuridad nocturna ha cambiado su ritmo natural de sueño y vigilia.
Los macacos de Giava en Lopburi
La tierra de noche, documental narrado en versión original por Samira Wiley y en la italiana por Alessandra Mastronardi, se convierte para el espectador en una experiencia inmersiva extraordinaria. Además de las imágenes, que ya por sí solas bastarían para suscitar un cierto estupor, otros dos ingredientes convierten este documental en un producto de entretenimiento de gran calidad. El montaje y el desarrollo narrativo de cada episodio transforman los animales en auténticos personajes de una historia y aproximan el documental a un producto de ficción, al menos en cuanto a su capacidad de tener al espectador pegado a la pantalla.
De las selvas tropicales a los glaciares polares, de los murciélagos vampiro del Perú meridional al topo ciego de las dunas de Namibia, el mundo animal nos cuenta -sin ser consciente de ello- un gran número de aventuras que nuestra mente, tan acostumbrada a las historias, sitúa entre los cuentos y la realidad. Una parte de estas aventuras nos estaba vedada. Gracias a los grandes avances técnicos, ahora podemos iluminar sin invadir una gran parte de la vida animal, para estudiarla y comprenderla mejor con la esperanza de que, conociendo a fondo los ecosistemas y aumentando la divulgación de dicho conocimiento, se logre hacer entender (gracias también a las herramientas de la narración) la riqueza y la fragilidad del mundo en el que vivimos.