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La luz de la memoria

Entrevista a Guido Harari con motivo de la exposición “Remain in Light”

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Published: 21 oct. 2022
Guido Harari – Remain in Light es una exposición antológica (abierta al público en la Mole Vanvitelliana de Ancona hasta el 6 de noviembre) que narra los cincuenta años de carrera del gran fotógrafo. Durante décadas, Harari ha logrado mostrar a la persona que está detrás del famoso, el alma que se oculta detrás del personaje, apuntando el objetivo hacia artistas de todo tipo y concentrándose durante algunos años en la música: de Frank Zappa a David Bowie, de Paolo Conte a Bob Dylan o de Vasco Rossi a Ennio Morricone. En la Mole Vanvitelliana de Ancona, se puede recorrer la carrera de Harari entre más de trescientas fotografías, instalaciones, proyecciones, portadas de discos y películas para rememorar un siglo de rock.


Empecemos por el título de la exposición, Remain in light, en el que la luz se convierte en el punto clave de la fotografía y de su trayectoria.

El título rondaba en mi cabeza desde hace tiempo pero no era el único. La verdad es que también pensaba en otro título relacionado con la luz pero en clave negativa: You Want It Darker (título de una canción incluida en el último disco de Leonard Cohen). Es un disco que escucho con frecuencia, que me ha condicionado mucho a nivel psicológico y que ha determinado una especie de espesamiento en postproducción de las fotografías de la exposición y del libro. Al final se impuso Remain In Light porque además estábamos superando la etapa más difícil de la pandemia. Remain In Light no es solo la invitación que el fotógrafo lanza al sujeto cuando este tiende a abandonar el cono de luz que le ha preparado, sino que se convierte en un ruego para que la memoria no se evapore, no sea fagocitada por la oscuridad en la que vivimos. Salvar la memoria de las personas y de una época es una de las misiones de esta exposición, en una época líquida donde todo se marchita y desaparece rápidamente.


Esto se ve claramente en los retratos de algunos grandes artistas. «Me siento siempre muy feliz cuando Guido me hace fotos porque sé que será una foto musical, poética y con sentimiento. Normalmente, otros fotógrafos ignoran las cosas que él captura en sus tomas –declaró Lou Redd–».

Siempre he sentido gran curiosidad por conocer a las personas que hay detrás de los personajes. Ya desde joven sabía que no quería ser un fan que consume pasivamente discos y asiste a los conciertos. Los artistas que admiraba eran portadores sanos de cultura e inspiración. La fotografía, que era mi otra afición, se convirtió en el lenguaje y la herramienta para acercarme a ellos. Muchos de mis sujetos entendieron inmediatamente que para mí hacerles fotografías no era un trabajo ni una profesión. Cultivaba una sensibilidad, una empatía que superaba con creces el aspecto profesional. Esto ocurría tanto con los músicos como con los otros personajes en los que se fijaba mi mirada, de la cultura al espectáculo, la moda, el deporte, los negocios o la ciencia. Un abrazo global.
Dori Ghezzi y Fabrizio De André © Guido Harari
Dori Ghezzi y Fabrizio De André © Guido Harari
Esta curiosidad se ve sobre todo en las fotografías que están en equilibrio entre la vida pública y la privada como, por ejemplo, la de Dori Ghezzi mientras le corta el pelo a Fabrizio De André.

Con muchos artistas no había estrategia. Aunque la finalidad de las fotografías fuera clara y estuvieran destinadas a la portada de un disco o de un periódico, no sufría el ansia de tener que respetar los esquemas. Vivía una dimensión auténtica, de vida real, y con frecuencia era así como llegaba la mejor inspiración. Eso es lo que pasó con Fabrizio De André y la foto famosa en la que está durmiendo apoyado contra un radiador y también con Tom Waits mientras corre con la capa realizada con el telón de fondo de otro fotógrafo o con Morricone que, con tal de provocarme, decidió esconderse detrás de una puerta dejando ver solo sus inconfundibles gafas. La interacción del momento creó estas imágenes. Es necesario saber improvisar. Algunos me definen como un fotógrafo rock pero, quizá, llegados a este punto podríamos añadir que también soy un fotógrafo jazz.


Durante mucho tiempo trabajó para las revistas. Actualmente, estamos viviendo un retorno al papel impreso ya sea como tendencia vintage o como un nuevo fanatismo. ¿Ud. qué piensa?

Me intriga mucho. Quizás el fenómeno nace de la nostalgia que los más jóvenes sienten debido a la falta de rastros sólidos de memoria. Estoy pensando en todos aquellos que han perdido el teléfono móvil y en los que se les ha roto antes de que pudieran guardar los datos. En las épocas sólidas que precedieron a la modernidad líquida actual, era más fácil retener cualquier tipo de rastro de la memoria. Quizás esto explique el renovado éxito de los discos de vinilo.
Ennio Morricone © Guido Harari
Ennio Morricone © Guido Harari
¿Qué sensación le provoca la exposición de Ancona? En realidad, es una forma de conmemorar su trabajo, su carrera.

Conmemorar es una palabra importante. Cuando finalmente se logra salir de dos años de confinamiento y distanciamiento con ganas de volver a empezar y recorrer nuevos caminos, es necesario echar cuentas. 2022 es para mí un año especial porque llevo 50 años haciendo de fotógrafo y en diciembre cumpliré 70. Son números redondos que invitan a echar cuentas. Soy bastante inquieto y esta exposición me ha dado la oportunidad de recorrer los años que dediqué a la música y a tantas otras cosas, incluso a los libros, que considero algo así como “hacer fotografías sin máquina fotográfica”. Esta exposición tiene varias almas. Se presenta como las cajas chinas, con una sección dedicada a la excelencia italiana en todos los ámbitos o una dedicada a algunos de mis libros que considero más importantes. Quería mostrar hasta qué punto mi carrera se ha ido diversificando a lo largo de los años, entre anhelos y deseos que terminan siempre con la creación de memoria que crea otra memoria. La Caverna mágica, un plató fotográfico que monto en días concretos dentro de la exposición para realizar retratos, es otra fuente más de creación de memoria que me permite mirar a los ojos a la ciudad que me abre sus puertas, en este caso, Ancona.


¿Cómo se siente al otro lado de la máquina fotográfica cuando es el sujeto?

En general me tomo todo como un juego, con mucha ironía, porque se trata siempre de un juego. No estoy seguro de tener muchas sorpresas que alguien quiera descubrir. Aunque me divierte inmolarme, pienso que los fotógrafos, al igual que los grandes compositores de hace siglos, deben permanecer anónimos, invisibles. Los fotógrafos no tienen que ocupar el lugar de sus sujetos, si bien es cierto que la tendencia a la exposición en las redes sociales es completamente distinta. El fotógrafo debe permanecer por detrás y dejar que los reflectores y la atención general se concentren en sus sujetos y en la historia que desea narrar.