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Economía y cultura de la noche durante la pandemia

Entrevista con Riccardo Ramello, investigador y cofundador de Club Futuro

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Published: 25 nov. 2020
Fuera de un contexto, “economía de la noche” podría parecer uno de esos eufemismos que los artículos de noticias utilizan para referirse a negocios ilícitos y, probablemente, ilegales. Como ya sabemos, el imaginario de la oscuridad y la noche suele ser negativo o, como mínimo, ambiguo.

En realidad, la expresión designa una categoría que contiene al mismo tiempo tanto el sector del ocio como, por ejemplo, las discotecas, los clubes, los teatros, los conciertos y el cine, como la llamada “economía social”, es decir, el fruto de la agregación en pubs, bares de copas, restaurantes y locales similares. Agrupa todas aquellas actividades que se desarrollan principalmente por la tarde o por la noche y que están relacionadas estrechamente con la restauración rápida o para llevar, los medios de transporte, las ayudas para el turismo y la hospitalidad. En algunas ciudades (entre las que no se incluyen las italianas), los empresarios y profesionales del sector nombraron un “alcalde de la noche” o “embajador de la noche”: una figura, más o menos, reconocida formalmente que actúa de intermediario para favorecer el diálogo y la colaboración entre las instituciones y los operadores.
 
Economía y cultura de la noche durante la pandemia

La discoteca Hush de Bangkok durante su reapertura el 1 de julio de 2020 tras el confinamiento
[Photo: Per Meistrup, CC BY-SA 4.0]

CÓMO NACE LA NOCHE

Nos lo cuenta, hablando de economía y cultura de la noche, Riccardo Ramello, investigador de la Nottingham Trent University y fundador del proyecto Club Futuro: “La definición nace en el entorno académico de los años 90, en el Reino Unido. Tras la gran crisis industrial que en los años 80 se abatió sobre varias ciudades inglesas, se inició un periodo de regeneración cultural y de reflexión sobre cómo cambiar la identidad y el uso de los centros urbanos”.

En dicho momento, llega el ocaso de todo un paradigma: “en la ciudad-fábrica fordista –continúa Ramello– se trabajaba hasta las 17:00 h y después todo cerraba. Se exceptuaban los pubs y los espacios de socialización, sin embargo, cerraban mucho antes que ahora y su público mayoritario estaba constituido por hombres. Así fue como los ingleses empezaron a estudiar las ciudades europeas y lo que llamaban estilo continental de la noche, caracterizado por una modalidad de socialización por la tarde en cafés, bares, locales de baile, etc. Intentaron imitar este modelo. Pensaron que podía ser atractivo para los estudiantes, los universitarios y toda una clase creativa que estaba naciendo y se expandía. La economía de la noche empezó a convertirse en una parte de la planificación de la ciudad y de las estrategias de desarrollo urbano, con objeto de crear barrios enteros que pudieran vivir por la noche y atraer a objetivos específicos de población, tanto nacionales como internacionales”.
 
Economía y cultura de la noche durante la pandemia

Estatua de Andy Capp, personaje del dibujante Reg Smythe e icono de los clientes
asiduos a los pubs en el Reino Unido [Photo: Yaffa Phillips, CC BY-SA 2.0]

La economía de la noche empezó a convertirse en una parte de la planificación de la ciudad y de las estrategias de desarrollo urbano, con objeto de crear barrios enteros que pudieran vivir por la noche y atraer a objetivos específicos de poblaciónò.
LAS CONDICIONES DE LA NOCHE

Es importante señalar que las oportunidades materiales y culturales de “salir por la noche” no fueron siempre las mismas que las de nuestro contexto histórico, ni se desarrollaron de manera paralela y homogénea en los distintos países. En el Reino Unido, los investigadores localizaron con precisión la fase de transición entre un modelo de vida nocturna y el siguiente, pero los factores necesarios para que la noche se convirtiera en un momento de agregación son muchos y ejercen su acción en un amplio arco temporal. Podemos citar factores tan distintos como son los sistemas de producción y organización del trabajo, las estructuras familiares, el imaginario relacionado con la noche, la diversión y la transgresión y, en la base de todo ello, las posibilidades infraestructurales y tecnológicas como, por ejemplo, la iluminación eléctrica.

Para explicar nuestra experiencia de la noche, podemos distinguir entre luz particular y pública. La primera se debe idear para crear atmósferas diferentes en distintos ambientes, promoviendo en cada uno de ellos los comportamientos esperados: las luces espectaculares e intermitentes del salón donde se exhiben los pinchadiscos acompañarán el ritmo de la música e invitarán a bailar, mientras que las luces fijas y tenues del bar, los servicios y las salas de “descompresión” permitirán reposar la vista. En los locales donde es posible consumir alcohol y donde, a menudo, las personas abandonan sus inhibiciones, la luz se convierte en un factor de seguridad que impide la posibilidad de ocultarse y señaliza las salidas con claridad. La complejidad de la iluminación aumenta junto con los múltiples usos del local y, como veremos, la versatilidad es uno de los aspectos clave para el futuro de los locales y de las discotecas.
 
Economía y cultura de la noche durante la pandemia

Luces láser del Club Tigerheat (Hollywood, California)
[Photo: Lanisha Cole]

La necesidad de garantizar la seguridad es un factor común en la iluminación particular de interiores y la iluminación pública de exteriores. La diferencia radica en que en los espacios exteriores es necesario tener en cuenta que a los residentes de la zona podría no gustarles que su barrio esté iluminado a todas horas y, por supuesto, el riesgo de generar contaminación lumínica. Para superar estas dificultades, podrían ser útiles los sistemas de iluminación inteligente con sensores y, sobre todo, una planificación urbanística atenta que establezca límites en los horarios de apertura de los locales.

Sobre la interacción entre la luz pública y la particular, así como sobre la importancia de construir una cultura de la luz compartida en la ciudad que tenga en cuenta las modalidades de uso y las necesidades reales de quienes viven y trabajan en cada uno de los barrios, ya hablamos en el pasado con Thierry Marsick, director del departamento de iluminación urbana de Lyon (podéis leer nuestra entrevista con él en este enlace).

REACCIONAR A LA CRISIS

Desde que debido a la pandemia por Sars-Cov-2 entrar en los locales cerrados llenos de gente resulta más peligroso (en muchos países está incluso prohibido), el sector afronta graves dificultades económicas. En concreto, las discotecas parecen tener las manos atadas por las restricciones. Sin embargo, en Europa algunos locales muy reactivos han encontrado la manera de optimizar sus recursos para no irse a pique. Haber diseñado en el pasado espacios versátiles y haber propuesto una variada oferta, les ha permitido crear un público más amplio y afrontar actualmente la crisis sin sucumbir. Estamos hablando de los operadores que además de ver el lado económico de su actividad, también tienen en cuenta el factor cultural.

El Berghain, club berlinés transformado en galería de arte durante el
Berlin Art Week en septiembre de 2020

La plataforma nighttime.org publicó un Plan de Recuperación Global de la Noche, una “guía práctica y colaborativa para las ciudades que buscan una estrategia segura y factible para reactivar sus economías creativas y nocturnas”. Ramello se encargó del Capítulo 2 del plan, titulado El futuro de las pistas de baile.

Ante el riesgo de colapso económico, algunas grandes discotecas europeas lograron transformarse, valorizando aspectos secundarios de su actividad “tradicional”, o reinventarse por completo. De por sí, la pandemia no podría preverse pero algunos modelos de negocio y estilos de gestión demostraron ser más flexibles a la hora de adaptarse y tener una gran resiliencia para reaccionar al golpe de la crisis y mayor capacidad de atraer fondos por vías alternativas al mercado.

El Berghain de Berlín, uno de los grandes centros mundiales de la red de discotecas, fue probablemente el primero en reaccionar: en septiembre de 2020 se reinventó como galería de arte ofreciendo sus espacios para la instalación sonora Eleven Songs - Hall at Berghain de los artistas Sam Auinger y Hannes Strobl. No fue exactamente una novedad: “a lo largo de los años –explica Ramello– el Berghain cedió sus espacios a un gran número de expresiones culturales diferentes y, gracias a ello, conserva una fuerte identidad, distinta de la de muchas otras discotecas”.

EL VILLAGE UNDERGROUND DE LONDRES

El Village Underground propuso una experiencia que merece la pena conocer a fondo. Fue fundado en 2007 en East London y ocupa un antiguo espacio industrial capaz de acoger a unas mil personas, entre la ciudad financiera y el dinámico barrio universitario de Shoreditch. Con el brote de la epidemia en el Reino Unido –cuenta Ramello–, el equipo que gestiona el espacio entendió inmediatamente que se aproximaban tiempos difíciles y había que tomar decisiones. Privado de las fuentes de ingreso principales – entradas y bar– no se limitó a organizar eventos musicales en línea on line sino que exploró continuamente nuevas opciones. En primer lugar, estableció un diálogo con sus clientes presentando un cuestionario para conocer sus necesidades y propuestas. Desde principios de agosto, el público más aficionado pudo contribuir con una recaudación de fondos: mientras escribimos este artículo 784 personas ya han donado 36.355 libras.

Un cliente del Village Underground Cycle Park

Otra forma de atraer recursos fue reconvertir el club durante el día en un aparcamiento vigilado para ciclistas. En Londres, como en otras ciudades se registró un aumento del uso de las bicicletas y, en la misma proporción, un aumento de sus robos: un 50% más en junio sobre base mensual, según la base de datos nacional BikeRegister. El Village Underground llevó a cabo un estudio de mercado y una serie de pruebas que le permitieron crear un aparcamiento de 400 plazas. Una iniciativa con la que el local alcanzó una amplia cobertura mediática.

Fue fundamental contar con la ayuda de 398.000 libras del Music Venue Trust del gobierno. Fueron muy pocos los clubes de Londres que lograron acceder a los fondos a través del MVT –dice Ramello– y aún menos los que recibieron tanto: “El Village Underground alcanzó la fama de un club como el Ministry of Sound que, aunque también logro acceder a los fondos, lleva muchos años dando un servicio y que en la actualidad se ha convertido en un icono con peso político en la ciudad”.

¿Cómo ha logrado el Village Underground alcanzar el nivel de los locales históricos? Trabajando durante diez años en una amplia oferta coherente y para un público consciente: “No es un espacio al que llegas por casualidad –dice Ramello– como tantos otros sótanos de la misma zona que visitas uno tras otro porque, además, la entrada cuesta poco o, incluso, es gratis. En el Village Underground tienes que pagar siempre la entrada” y quienes van es porque están interesados en un cierto músico o porque se fían ciegamente de las propuestas de la dirección artística. A los nombres de la cartelera se suelen añadir teloneros excelentes como, por ejemplo, cuando Drake acompañó a Skepta.

Drake aparece de repente durante una noche en el Village Underground

Al mismo tiempo, el Village Underground lleva años organizando cursos de pintura en vivo y trabajos colaborativos en los vagones en desuso del metro que ha instalado sobre el techo y está afiliado a una serie de redes europeas que unen realidades similares. Entre ellas destaca Trans Europe Halles que une 56 espacios grassroots en toda Europa, independientes de las grandes cadenas y que proponen una programación consciente a nivel cultural y social. Se trata de redes de empoderamiento y de desarrollo de capacidades que intentan acceder a recursos europeos.

LA VANGUARDIA DE LA NOCHE

Construirse un espacio y una identidad ligada a una oferta rígida sigue siendo una opción sostenible solo para espacios con historia: “En Londres, pueden hacerlo el Fabric, el Ministry of Sound, los Cortical Studios –dice Ramello–, que proponen solo música techno o electrónica, atraen a un público que suele volver con frecuencia y son una excelencia del sector”. En cambio, la vanguardia de la economía de la noche son los espacios capaces de “unir varias identidades distintas. Aunque la actividad nocturna siga siendo su principal fuente de ingresos, no son lugares dedicados exclusivamente a discotecas. Se han transformado en espacios mucho más versátiles que ofrecen actividades diurnas, no solo musicales, y que se asemejan mucho más a centros culturales. En cualquier caso, es un equilibrio muy difícil de alcanzar”.

Es justo el aspecto cultural el punto central del trabajo de quienes en estos años estudian e intentan contribuir a la evolución de la economía de la noche. Reconocer el valor del propio rol es fundamental para los actores de la noche que desean emanciparse del imaginario que, aún hoy, sigue asociando la noche exclusivamente a la criminalidad, el consumo de drogas y alcohol y la falta de seguridad.

“Entre los profesionales –explica Ramello– se nota un nivel distinto de conciencia del propio rol en el ecosistema de la noche que se expresa de manera distinta en cada país, región y ciudad. Berlín, por ejemplo, tiene un nivel de conciencia muy alto porque su vida nocturna nace de un evento muy poderoso como, lo fue, la caída del Muro. El fuerte valor político de las actividades de la noche, de las fiestas y de las discotecas se ha conservado a lo largo de los años. Otras ciudades no han tenido el mismo tipo de inspiración. Por ejemplo, cuando entrevistamos a los profesionales del "discotequeo" en Turín, era muy difícil que se definieran como operadores culturales, se veían como operadores del entretenimiento. Esto, a nivel conceptual cambia todo”.