filter search
English - United States flag It looks like you're in North America.

Buscador de códigos

Find the product codes you need by filtering from our whole product range.

Find Codes
Code Finder
Back

Lighthinking

Plazas [In]visibles e Intervalo: fotografiar el confinamiento

Doble entrevista a Eduardo Castaldo y Luca Campigotto

Tags
Published: 9 dic. 2020
En el momento en el que estamos escribiendo, parece que hemos logrado evitar nuevos confinamientos con la misma duración y rigidez del primero. Existen motivos para creer (y esperar) que la experiencia de marzo y abril de 2020 pase a la historia como única e irrepetible, un motivo más para estudiar a fondo las vicisitudes de aquel periodo. Después de haber analizado las imágenes que circulaban durante la pandemia desde un punto de vista semiótico, hemos decidido entrevistar a dos fotógrafos que realizaron trabajos en Milán, Venecia y Nápoles durante el tiempo que el gobierno italiano llamó “Fase Uno”, sin perder de vista el papel de la luz.

Luca Campigotto participó en el proyecto colectivo Plazas [In]visibles con dos fotos de la Plaza del Duomo en Milán y la Plaza de San Marcos en Venecia. En la creación del libro, contribuyeron cuarenta escritores y escritoras, fotógrafos y fotógrafas. Las imágenes de Campigotto están acompañadas por textos de Helena Janeczek y Francesco Cataluccio respectivamente.

Cuando realizó aquellas fotos, así como otras de aquellos días, Campigotto no se propuso en ningún momento el objetivo de afrontar el tema del confinamiento propiamente dicho. “Llevo treinta y cinco años fotografiando espacios vacíos, urbanos y naturales –explica–. Lo hago porque estos lugares emanan una especie de soledad heroica que me habla y me parece conmovedora y poética. La presencia humana cambiaría la fotografía en algo distinto. Se convertiría en la historia de las personas contenidas en la imagen, independientemente de lo que hicieran, mientras que el espacio vacío es un lienzo libre sobre la que proyectar la propia fantasía”. A pesar de la familiaridad con los espacios vacíos, las ciudades suspendidas se convirtieron en un sujeto difícil: “No me parecía que las fotografías transmitieran la fuerza que imaginaba. No eran tan particulares como lo era la situación que estábamos atravesando”. La percepción de esta dificultad, como veremos, retornará varias veces.

Eduardo Castaldo lleva mucho tiempo trabajando como fotorreportero en Italia del Sur, Oriente Medio y otros países para narrar acontecimientos y contextos relacionados con la criminalidad y las guerras. En los últimos años, ha trabajado con frecuencia como fotógrafo de escena en platós de películas y series de televisión como, por ejemplo, La amiga genial. Durante el confinamiento realizó para el Madre (Museo de Arte Contemporáneo Donnaregina) Intervalo, una serie de fotografías y vídeos de Nápoles publicada en los canales sociales del museo entre abril y junio de 2020 en #intervallonapoli2020.

El título hace referencia a las antiguas películas que la RAI utilizaba para llenar los tiempos muertos de la programación: escorzos paisajísticos e imágenes de monumentos italianos con música clásica de fondo para orquesta y arpa y la indicación del lugar en sobreimpresión. Castaldo utiliza un formato similar para estudiar la atmósfera suspendida e irreal de Nápoles con las persianas cerradas. “Poder circular por la ciudad durante aquellos días era un privilegio –dice Castaldo– y mi objetivo era darle sentido. Recurrí al vídeo y al sonido para narrar un contexto al que era difícil dar valor y fuerza con tan solo las imágenes”.

Hemos querido hacer dialogar las experiencias de Campigotto y Castaldo en una doble entrevista.
Plazas [In]visibles e Intervalo: fotografiar el confinamiento

Plaza del Duomo en Milán, © Luca Campigotto 2020

En vuestra opinión, ¿qué rasgos de nuestras ciudades emergieron durante el confinamiento? ¿Qué habéis intentado subrayar con vuestra mirada?

LC: Afronté estas fotografías como hago siempre: observando un espacio vacío e imaginándolo como un escenario, creo que “sin tiempo”, si fuera posible. No quería capturar una atmósfera particular sino dejar que hablase la evidencia poética, la belleza de los espacios vacíos. Aun así, no me parecía que mis fotografías de Milán transmitieran mucha fuerza, porque no capturaban el drama que, en cambio, se percibía cuando caminabas por las calles. A ello contribuían los silencios y los ruidos, por ejemplo, las sirenas de las ambulancias. El fondo sonoro era más impresionante que el vacío que tenía ante mí.

Desde Milán me desplacé a Venecia y me sorprendió muchísimo la diferencia entre las dos. Había percibido una Milán triste, postrada, sin la energía que normalmente emana. Los tranvías circulaban vacíos, con puntualidad, como si no hubiera pasado nada, parecían agujas que a lo largo de las calles intentaban coser las heridas. En cambio, Venecia parecía una ciudad liberada, contenta de no tener a nadie estorbando, ebria de su belleza extraordinaria y sin tiempo. Se oía ligeramente el rumor del viento y alguna que otra gaviota a lo lejos. Se respiraba una atmósfera de paz y belleza pura.

Pero estas no eran las cosas que quería subrayar al principio: lo fui descubriendo poco a poco.

Intervalo, Eduardo Castaldo

EC: Encuentro muchas coincidencias con lo que percibí yo. Nápoles transmitía ambos aspectos: la desolación y la revancha de la belleza pura. Algo que me sorprendió mucho fue descubrir los nuevos sonidos de una ciudad sin ruido, por ejemplo, descubrí que hay miles de pájaros que normalmente no oyes con el tráfico. Volví a escuchar el mar, al que en aquellos días no podías acercarte. En poco tiempo la ciudad se transformó, la naturaleza se reapropió del espacio. Y en medio de todo el sufrimiento que nos rodeaba, no pude dejar de notar una gran belleza.

Desde el punto de vista técnico, en la fotográfica cambió el baricentro. La presencia humana “contamina” el espacio con su historia, con su narración, como decía también Luca. Por una vez, la narración se había invertido. El espacio fagocitaba las pocas personas presentes. Y, en efecto, si existe una foto icono de este periodo es la del Papa en la Plaza de San Pedro, porque en realidad no estás viendo al Papa en la Plaza de San Pedro sino la Plaza de San Pedro con el Papa dentro.

El papa en la Plaza de San Pedro en la Ciudad del Vaticano el 27 de marzo de 2020

Normalmente, para fotografiar las plazas y las calles vacías había que verlas de noche o al amanecer. ¿Es posible que el verdadero elemento alienante de las imágenes del confinamiento no fuera tanto el vacío en sí como la luz del día?

LC: Creo que jamás fotografié el amanecer, pero sí que he fotografiado muchas veces la noche. En este caso, me interesaba fotografiar la ciudad vacía de día, algo innatural, pero al ver las fotografías de Milán vacía me parecían las fotos de un domingo cualquiera a la hora de comer, con la ciudad vacía y adormecida. Al final, las dos fotos del proyecto tienen la luz fuerte de las 13 o las 14 h, justo la hora en la que todos los manuales te dicen que no tienes que hacer fotos. Pensé que esa luz implacable, de hierro, podría ser el símbolo del duro y difícil momento que estábamos atravesando. En realidad, no sé si las imágenes transmitían realmente esta idea.

EC: Recuerdo días preciosos, con una luz incluso demasiado viva que desentonaba con la narración. Después, cuando trabajas en algo así, lo cuentas con cualquier luz. Si es demasiado fuerte, eliges los sujetos que mejor puedan gestionarla.
Plazas [In]visibles e Intervalo: fotografiar el confinamiento

Plaza de San Marcos en Venecia, © Luca Campigotto 2020

Independientemente del confinamiento, me gustaría saber cómo influye en vuestras fotografías nocturnas la iluminación de las ciudades. ¿En qué medida os ayuda o perjudica?

LC: La luz bella es un problema porque te cansas de ella muy rápido. Es siempre interesante el contraluz, la luz “incorrecta”. Debe haber algo que te descoloque, que no se sabe de dónde viene. Por la noche he intentado siempre utilizar las luces de las farolas, de la calle, y eliminar las fuentes directas jugando con la luz que rebota en los edificios. Se puede modular, es irregular y –con frecuencia– es una luz que termina cayendo hasta en los ángulos oscuros. Moviéndote cambias el corte, la luz y, por tanto, el sentido de la fotografía independientemente del sujeto.

EC: La luz diurna ofrece un mayor margen de acción porque es más difusa, mientras que la luz nocturna cambia paso a paso y te condiciona mucho. A mí me gusta mucho hacer fotos por la noche y, en general, me gustan las luces artificiales porque ofrecen un gran número de miradas y oportunidades diferentes.

Intervalo, Eduardo Castaldo

Eduardo, ¿al pasar de fotorreportero a fotógrafo de escena cómo cambió tu relación con la luz?

EC: En primer lugar, en el plató se resuelve un gran problema del periodismo fotográfico, porque casi siempre haces fotos a personas que quieren ser fotografiadas y no desconocidos en situaciones sensibles. Esto ya hace que todo parezca más fácil. Si además tienes la suerte de trabajar con buenos directores de fotografía en proyectos interesantes, entonces, dispones de luces maravillosas, escenarios y fondos que te permiten trabajar bien. No hay duda de que puede ser incluso divertido.

No intervengo en las luces que encuentro y es muy difícil que pida a los encargados que las coloquen de una forma especial o a los actores que hagan cosas particulares, excepto cuando la producción tiene exigencias específicas. Normalmente, el fotógrafo de escena tiene que esforzarse para no estorbar porque eres el primero con el que podrían tomársela a malas. Al mismo tiempo, eres el único en el plató de cuyo trabajo no depende la realización de la película y, por tanto, no te sientes presionado para terminar las escenas.